Racismo y discriminación, la otra cara de nuestro Chile profundo

El racismo que aflora ya de manera más abierta en Chile, no debiera sorprendernos, es parte de una serie de concepciones discriminatorias muy enraizadas en nuestro país. En un escrito anterior en esta comunidad, hablé de la “Imagen País”, y como dicha visión empresarial de Nación ha logrado imponerse trayendo consigo la idea de superioridad de Chile por sobre el resto de los países de América Latina.
Pero ¿Cómo se expresa el racismo en Chile? ¿Cuándo deja de ser una opinión sobre el “otro” para caer lisa y llanamente en un acto de racismo?
Con la caída del racismo científico tras el holocausto Nazi, el racismo ha tomado diferentes formas. Actualmente y como ha sido señalado por académicos como Michel Wieviorka, el racismo consiste en caracterizar a un conjunto humano mediante atributos personales, asociados a su vez a características intelectuales y morales aplicables a cada individuo relacionado con este conjunto y, a partir de ahí, adoptar algunas prácticas de inferiorización y exclusión.
En Chile el caso de Joane Florvil, es sin duda uno de los más dramáticos y brutales, pero es sólo la punta del iceberg de situaciones diarias que viven miles de inmigrantes en territorio nacional. A las manifestaciones de este racismo cultural, es decir, de que dichas concepciones racistas se fundan en la “diferencia”, sea esta la religión, la lengua, sus tradiciones y costumbres, o en la burda diferenciación por el color de piel. También se debe agregar a la “diferencia” como una amenaza al grupo dominante. Dicha amenaza, explícito o no, nos sitúa en la posibilidad de la desintegración de la homogeneidad chilena. Traducido a los hechos, tendríamos que entender en contrario sensu o el “yo” en función del “otro” que el chileno es: racialmente blanco, exitoso, muy culto, educado, de ingresos altos, de familia consolidada, moralmente intachable, rectitud ante todo, y un largo etc. que nos deja, indubitablemente, más cercanos al Olimpo que al planeta Tierra.
Obviamente nada de lo anterior es real, Chile posee los mismos problemas que el resto de los países latinoamericanos, agravado por la ceguera de no reconocer que estos están presentes y sin mayor intención de solucionarlos. La corrupción empresarial privada, y de organismos e instituciones del Estado, son sólo la puerta de entrada a una “Imagen País” sin maquillaje ni adornos de marketing.
Otro factor que agrava el conflicto, es sin duda el uso de sectores políticos del tema migratorio. Es relativamente común, escuchar a quienes tienen posturas discriminatorias estar a favor de políticas restrictivas de derechos, o simplemente del uso de la fuerza para la resolución de conflictos. Esto nos muestra obviamente el fracaso de crear una educación incluyente, tolerante y democrática luego de casi 30 años de terminada la Dictadura, la cual permita hacer frente a posturas abiertamente represivas, intolerantes y de promoción encubierta al uso de la violencia.
Paralelamente, no nos olvidemos que la discriminación en Chile no es un fenómeno exclusivo de chilenos contra inmigrantes, sino que de chilenos contra chilenos, sin miramientos a su nivel ni condición social. Por lo que la discriminación no puede verse como un hecho aislado, sino como lo que es, la manifestación de una creencia profunda en el grueso de la población nacional de que la segregación y la exclusión, tendrían consecuencias positivas para el presente y futuro de Chile.
Por lo tanto no puede concebirse la discriminación y el racismo como algo que sólo afecta a ciertos sectores de inmigrantes. Sino como a una creencia cultural colectiva que crea realidad. La misma que excluye en los colegios, en los tipos de educación, en las oportunidades laborales y salariales, en los derechos y obligaciones, en la relatividad moral de los delitos, etc.
¿Qué se puede esperar en unas semanas más cuando los mismos sectores que apoyaron las banderas de la discriminación asuman el poder?. Lo más probable es que un aumento en la conflictividad social relacionado a estos temas.
Es de esperar que un futuro la modificación de la concepción empresarial de Nación en Chile, y la transformación de nuestro país en una Estado multinacional, pueda ser quizás, una forma de resolver de mejor manera las cuestiones de representatividad, tanto de los pueblos originarios, de la población en general, como la de los extranjeros que buscan crear raíces en suelo chileno. Mientras y por lo menos hasta cuatro años más, veremos la caída de muchas caretas en éste idílico país.

19 de enero de 2018

Share:

0 comments