El nuevo gatopardismo: Estado subsidiario y solidario

  Tras la abrumadora derrota de la opción Rechazo en el plebiscito que determinó la posibilidad de una nueva Constitución Política, fue posible apreciar el surgimiento de opciones, que si bien aparecen como novedosas, no son más que la nueva expresión del gatopardismo político que nos invadió, sobre todo desde la década de los noventa, y que resurge por el terror en ciertos sectores minoritarios de ver sustituido su sistema económico, político y social.
  Ya algunas voces, incluido el eterno candidato Joaquín Lavín, han planteado la idea de que el modelo neoliberal, con su base de un Estado subsidiario, necesita adaptarse las nuevas condiciones sociales, políticas y económicas del país. Lo cual se realizaría a partir de la incorporación del complemento original de la subsidiariedad, esto es, de lo “solidario”. Dicha tesis, que originalmente fue postulada por Pio XI y, que de acuerdo a los hechos, no fue considerada por los economistas de Chicago al momento de su implantación por la dictadura cívico militar, considera que los problemas sociales deben ser abordados desde una perspectiva de solidaridad del Estado, paralelo a la subsidiariedad del mismo en materia económica, permitiendo el desarrollo armónico de la familia y los cuerpos intermedios. Sin embargo, la dictadura cívico-militar, implementó su modelo económico en su versión más extrema, estando carente del componente que le daría su equilibrio frente a la sociedad y, particularmente, de los más desposeídos, el rol solidario del Estado. 
  La posibilidad cierta de que el actual régimen económico sea reemplazado, ha llevado a un sector de la derecha neoliberal a abrirse a la eventualidad de reformas al sistema económico sin alterar la base de este. Sintomático por tanto la autocalificación de socialdemócrata de Joaquín Lavín, y que en recientes entrevistas señale que la falta de solidaridad es el centro de los problemas sociales que aquejan al país. Por tanto, abriéndose a la alternativa de reformar sus antiguos postulados, que como un nuevo proyecto deja la posibilidad de instaurar el grueso de las principales reivindicaciones ciudadanas de estos últimos años, ya sea educación gratuita, cobertura en salud sin importar los costos, sistema de pensiones garantizado, o la cuestionada propiedad del agua. 
  En definitiva, esta nueva fórmula dentro del actual modelo neoliberal puede llevarnos simplemente a un ajuste del mismo producto de la coyuntura político social, pero en ningún caso significa dejar atrás el modelo impuesto por medio de la dictadura de Pinochet. No es posible refundar las bases sociales del país luego de la destrucción de los sujetos populares y mesocráticos si mantenemos el rol subsidiario del Estado, y la imposibilidad de que dichos sectores sean protagonistas de las decisiones de su propio futuro. Tampoco con la mantención de los privilegios de un sector minoritario de la población, que por años se ha dedicado a profitar de la extrema pauperización del resto de los chilenos. El gatopardismo está de vuelta de forma renovada, tratando de generar las condiciones para sobrevivir y seguir manteniéndose en nuestro país.

26 de octubre de 2020

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